@sdmin ▪ 24 May 21

La desconocida y apasionante historia del audaz e intrépido Tony Russo

Por Cazuela de la Obra

Con el devenir de los años, es muy probable que nuevos antecedentes sobre la Lucha Libre nacional irán apareciendo, y todo lo que creemos saber sobre ella deberá enfrentarse a la permanente destructora de certezas: la realidad.

Cuando Cristóbal Colón y su tripulación llegaron a América en 1492, pasaron a la Historia como los primeros europeos en llegar a suelo americano. Sin embargo, lo que nadie en Europa sospechaba aquel entonces es que la expedición del navegante genovés no era la primera en visitar las cosas de nuestro continente. 500 años antes de que Colón consiguiera el apoyo de los reyes de Castilla y Aragón para emprender un viaje con rumbo desconocido, unos osados exploradores vikingos, bajo el mando de Leif Erikson, hijo de Erik el Rojo, se atrevieron a navegar más al horizonte de lo habitual. Llegaron a las costas de Norteamérica, e incluso vivieron allí una temporada. Pero de forma lamentable, Leif Erikson nunca se tomó la molestia de divulgar este descubrimiento en Europa. El descubrimiento adelantado de América por parte de Erikson solo se vino a conocer varios siglos después de que el nombre de Colón ya había quedado grabado en la memoria colectiva como el primer europeo en llegar a suelo americano.

Cuando se revisa la historia de la humanidad, abundan los casos en que una persona realizó un descubrimiento, emprendió por primera vez un viaje o inventó algo inédito, solo para quedar en el completo anonimato, y que una persona con mejor suerte y difusión realice la misma hazaña años más tarde para quedarse con el crédito. ¿Es concebible pensar que la Lucha Libre, una disciplina con más misterios que certezas, sea ajena a esta realidad? Todos atribuyen a Jake “The Snake” Roberts la invención del DDT, sin saber que ese movimiento fue empleado 30 años antes por el mexicano Black Gordman. El japonés Riki Chosu es acreditado como el inventor del Sharpshooter (“Francotirador”), mas nueva evidencia videográfica demuestra que la leyenda mexicana Blue Demon empleó esa movida varias décadas antes que él. Y en el caso de Chile, cuando se habla de que solo en la última década los chilenos han logrado llegar a la WWE… ¿es posible afirmar ese hecho con plena certeza?

En agosto del 2020, en medio de dimes y diretes por el asunto de la pandemia del Covid-19, Guillermo Olguín, “El Cordovez”, antiguo miembro de los Titanes del Ring, publicó en redes sociales una noticia del fallecimiento de un luchador veterano, un tal José Patricio Fica Gómez.

¿Qué se decía de José Patricio en la reseña? Había nacido en Quillota. Interpretó durante un tiempo breve al personaje de Tarzán Chileno. Participó de la primera emisión de los Titanes argentinos; era el único miembro del elenco participante de ese show que aún quedaba con vida. Luego de esa aventura con nuestros hermanos trasandinos, José Patricio se había ido a luchar al extranjero. Había adoptado personalidades como Halcón de Oro y El Diablo. Incursionó en Europa y Australia, en donde ganó más de algún campeonato. Al parecer, había tenido una carrera bastante próspera.

Sin embargo, el último trozo de información compartido en esa reseña llamó de forma poderosa mi atención: se mencionaba que José Patricio llegó a Estados Unidos, y a continuación había luchado durante muchos en la antigua WWE, bajo las identidades del griego George Goulivas y el italiano Tony Russo. Mi primera reacción fue poner en duda esa afirmación:
¿cómo podía ser posible que un chileno hubiese luchado en la WWE y pasado completamente desapercibido? Para ser franco con los lectores, era la primera vez que yo escuchaba ese nombre. Entre mis conocidos de los Titanes, ellos tampoco tenían demasiadas referencias sobre él; José Patricio era mucho más veterano que ellos. Atemista, quien conoció a varios de los Titanes, tampoco lo había oído mencionar nunca. Me planteé la posibilidad de que
quizás se trataba de algún error tipográfico, o alguna exageración del medio de Internet que publicaba la noticia. Existía también la probabilidad de que George Goulivas, Tony Russo y José Patricio fuesen dos o tres personas distintas, y que el redactor de la reseña los hubiese confundido. Además, la WWE no había publicado ningún obituario sobre él. El beneficio de la duda existía; no obstante, la curiosidad pudo más, y me puse a investigar por si encontraba algo más que pudiera corroborar esa información.

Lo que yo no sospechaba en esos momentos, es que lo iba a encontrar a continuación no me dejaría dormir tranquilo en al menos una semana.

Una primera búsqueda me llevó a la siempre confiable Cagematch.net, la base de datos alemana sobre Lucha Libre más grande del mundo. Al buscar el nombre “Tony Russo”, el registro de este luchador me dejó perplejo: tanto su nombre de nacimiento como sus nombres artísticos aparecían registrado en el sitio, pero se mencionaba que provenía de Grecia. Tras indagar en otros sitios de Internet, corroboré que efectivamente George Goulivas, Tony Russo y José Patricio Fica Gómez eran la misma persona. La mayoría lo conocía bajo el nombre de Tony Russo: sin embargo, todos creían que esta persona era auténticamente griega. Este hecho me causó una enorme gracia: ¿cómo es que a nadie le llamaba la atención el hecho de que un supuesto italiano proveniente de Grecia tuviese dos nombres y dos apellidos en español? Pero lo mejor estaba aún por venir. Al buscar sus luchas en Cagematch.net, la información que encontré casi me causó un infarto de la impresión. El paso que José Patricio tuvo por la WWE no fue tan solo un asunto anecdótico o incidental: su lista de oponentes era algo con que ningún otro luchador chileno podría llegar a soñar siquiera.

Mr. Wrestling II. Pedro Morales. Stan “The Man” Stasiak. Jimmy Snuka. Nikolai Volkoff. Dino Bravo. Johnny Rodz. “Baron” Mikel Scicluna. Larry Zbyszko. Jerry Blackwell. Tito Santana. Tatsumi Fujinami. Y la lista seguía. Nombres legendarios que hoy en día pueblan el Salón de la Fama de la WWE y otros salones de honor del deporte norteamericano. Pero las revelaciones chocantes no terminaban allí: José Patricio incluso fue contendiente en dos ocasiones por el Campeonato Intercontinental de la WWE (hazaña que hasta el día de hoy ningún otro compatriota ha podido conseguir) y otras dos veces retador por el difunto Campeonato Peso Pesado Junior de la WWE. Además, había conocido la WWE bajo dos sus siglas antiguas, World Wide Wrestling Federation (WWWF) y World Wrestling Federation (WWF). A continuación, busqué algunas de sus luchas en YouTube solamente para terminar de corroborar que se tratara de la misma persona: los registros en video abundaban. Y allí estaba: el mismo Tony Russo de las fotografías. Al ver los videos, me llamó la atención de que Tony Russo empleara movimientos característicos del cachacascán chileno, como el antebrazo al pecho, el cual nunca he visto replicado en la lucha estadounidense. Para ese entonces, las pruebas eran demasiado contundentes como para negar la verdad: ¡Un chileno, un compatriota, un pionero del fin del mundo, había emprendido una valiente odisea 40 años antes que nadie! Era demasiado como para quedarse en silencio. De inmediato le escribí a los muchachos de Cagematch.net para notificarles de este hecho, les adjunté las pruebas, y les pedí que corrigieran el origen de Tony Russo a “Quillota, Región de Valparaíso, Chile”. En cuanto el corresponsal de Latinoamérica de Cagematch.net, Marc “The Sick Lebowski” leyó mi mensaje, también quedó en shock por la revelación. La historia era simplemente increíble Pero la pregunta ahora era: ¿cómo era posible que nadie en nuestro país tuviese noticia de él? ¿O cómo era posible que todos en Internet pensaran que José Patricio era en realidad griego?

En realidad, ese desconocimiento público tiene una explicación histórica práctica. En la década del ’70 y ‘80, cuando la Lucha Libre se encontraba en un nuevo apogeo, uno de los personajes más empleados en la disciplina era los estereotipos raciales: cuando un promotor necesitaba un atractivo “exótico” para el show o un villano que pudiese ganarse fácilmente la antipatía del público, empleaban ese siempre confiable recurso. Abundaban sobre el ring los jefes indios, los jeques árabes, los sultanes, los sicarios desquiciados de Medio Oriente, los caníbales africanos, los hombres salvajes polinésicos, los artistas marciales japoneses, los peleadores de sumo, los soldados soviéticos, los enmascarados mexicanos, los italianos con bigote de Super Mario y los luchadores olímpicos griegos. Ahora bien; lo cierto es que estos personajes muy rara vez eran interpretados por alguien que realmente tenía el origen étnico que decía tener. El terrorífico hombre tribal de la isla de Samoa había adquirido sus salvajes costumbres ancestrales en una granja en Texas, o el malvado agente de la Unión Soviética provenía de los duros gulags de Paraguay. No obstante, muy pocos se cuestionaban la autenticidad de estos personajes. El medio no les exigía a estos personajes tener alguna psicología demasiado profunda, ni pedía mayor explicación lógica de por qué esas pintorescas personalidades se habían subido al ring en primer lugar. Internet no existía ni en la imaginación de las personas: no había cómo corroborar ni poner en duda la supuesta procedencia de estos luchadores. El mundo en aquel entonces estaba aún bastante lejos de establecer como exigencia social la tan llamada “hipercorrección política”: realizar caricaturas étnicas era una práctica socialmente aceptada. En el fondo, estos personajes representaban el cómo se imaginaba el común de la gente al resto del mundo. Se pensaba que estas personalidades eran reales; nadie iba a hacer escándalo porque consideraba “racialmente ofensivo” lo que veía sobre el ring.

Tony Russo

En aquel entonces, Chile era un país desconocido para la mayoría de la población estadounidense; muchos pensaban que se trataba de una provincia argentina, o simplemente no sabían que nuestro país existía. Cuando Walt Disney representó a Chile con el personaje del avión Pedrito en su largometraje “Saludos, amigos”, dejó en evidencia lo poco y nada que nuestro país se conocía en Estados Unidos. Varios compatriotas dictaron la reprobatoria sentencia de no sentirse representados por ese extraño ser; sin ir más lejos, el profundo rechazo que el avión Pedrito le produjo a Pepo motivó la creación del icónico Condorito. En el caso de José Patricio, existe una alta probabilidad de que los dirigentes de la WWWF, en cuanto lo recibieron en sus filas, se hayan topado con el problema de que no saber cómo promocionar a un “chileno”: ¿A quién le podía interesar un personaje de un país del que nadie sabía nada? Era más sencillo promover a José Patricio como George Goulivas, un griego especialista en lucha grecorromana, o como el estereotipado italiano Tony Russo. Como en esa época además los luchadores tenían dentro de su código de ética profesional el mantener secreto absoluto acerca de sus verdaderos orígenes o de las prácticas al interior del rubro, es muy probable que José Patricio nunca haya comentado a nadie sobre su nacimiento en Quillota hasta muchos años después de retirado del ring. Cuando conversamos el tema con The Sick Lebowski, él me explicó que en Alemania tenían un problema similar. Había muchos luchadores alemanes que habían inmigrado en busca de mejores oportunidades, pero debido a las condiciones de la época, era muy difícil encontrar registros de esos viajes, y solo se venían a conocer esas personalidades con el auge de Internet.

¿Cuántos otros héroes desconocidos como José Patricio existirán en la Lucha Libre? Con el devenir de los años, es muy probable que nuevos antecedentes sobre la Lucha Libre nacional irán apareciendo, y todo lo que creemos saber sobre ella deberá enfrentarse a la permanente destructora de certezas: la realidad. Antes de Colón, Erikson ya estuvo en América. Y antes de la última generación chilena, José Patricio Fica Gómez, el Halcón de Oro, Tony Russo, George Goulivas, o como quiera que fuese conocido en aquel entonces, se aventuró en la WWE sin que nadie lo supiera.

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